2.2. Ernst Haeckel: Las raíces nazis del ecologismo

Ernst Haeckel (1834 - 1919), zoólogo de la Universidad de Jena fue el principal divulgador de las teorías darwinianas a Alemania y se convirtió en figura eminente en la eugenesia y la biología racial de ese país durante el siglo XIX. En su libro más influyente, “El enigma del Universo” (1899), Haeckel proclamó que la civilización moderna, con sus enormes avances tecnológicos y científicos, había adquirido un nuevo carácter evolutivo pero no había realizado ningún progreso en el campo de los principios sociales y morales.
Haeckel observaba que “una inquieta sensación de desmembramiento y falsedad” cundía por Europa en el último año del siglo XIX, suscitando temor a “grandes catástrofes en el mundo político y social”. Según Haeckel, esta inquietud derivaba de la misma raíz que todos los errores que afectan la cultura europea tradicional: tenían su base en la idea antropocéntrica de que el hombre es especial y está al margen del resto de la naturaleza. Señala Haeckel: “La desmedida arrogancia del presuntuoso hombre le ha hecho creer erróneamente que es ‘la imagen de Dios’, dueño de una vida eterna... y poseedor de un ilimitado libre albedrío”.
Por tanto, el hombre moderno debía abandonar “esta ilusión insostenible” y, por tanto, la religión y sus tabúes, especialmente los sexuales, si quería realizar su auténtico destino. El nuevo hombre debía ser uno con la naturaleza y la “ecología”, término inventado por Haeckel. Para él, toda la historia de la civilización occidental era sólo una parte de la “historia de la rama de los vertebrados”, que él dividía en veintiséis etapas evolutivas, desde la formación de las moléculas de carbono hasta el Homo erectus.
Si Charles Darwin había presentado la evolución biológica en función de la selección natural, que era el auténtico mecanismo del cambio en la naturaleza, en la filosofía de Haeckel ocurre lo contrario. La selección natural, la lucha a muerte por el dominio y el poder, está en función de la evolución, la cual corresponde a un sistema de crecimiento orgánico que impregna toda la naturaleza y que Haeckel llamó “monismo”. De esta forma, el monismo era un vitalismo profundamente determinista donde todas las fuerzas se desplazaban hacia una sola totalidad, incluida la comunidad humana.
Haeckel fundó así la “Liga Monista”, que pregonó el evangelio de la evolución y la selección natural en los círculos obreros alemanes. En este contexto, Haeckel también se convirtió en vocero de la eugenesia como clave para una nueva humanidad unificada y biológicamente apta. No obstante, aunque Haeckel negó enfáticamente que sus opiniones fuesen prototalitarias, la idea de la crianza científica selectiva, la eutanasia y las defensas contra los elementos degenerados tales como los judíos y los negros se convirtieron en imperativos sociales a los cuales debía recurrir el estado moderno para salvar la civilización.
Sin más, teniendo a Ernst Haeckel como presidente honorario, en 1904 se funda la “Sociedad de Higiene Racial”, institución que a comienzos del siglo XX ya tenía más de cien filiales en Alemania. Así, después de la primera guerra mundial, muchos eugenistas y biólogos raciales se sumaban al creciente consenso de que el futuro político de Alemania requería un socialismo de Estado. Sostenían que una de las prioridades de ese Estado futuro tendría que ser una política eugenista de “selección controlada” para preservar la raza alemana.

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