5.5. El reloj de la malaria

Un legado de muerte de los eco-imperialistas, por Steve MilloyPrincipio del formulario

En abril de 1972, después de siete meses de audiencias, el juez administrativo nombrado por la EPA, Edmund Sweeney, concluyó que "el DDT no es un riesgo cancerígeno para el hombre... el uso del DDT bajo las regulaciones involucradas aquí no tienen un efecto deletéreo para los peces de agua dulce, organismos estuarianos, aves silvestres u otro tipo de vida salvaje.”[1]
Dos meses después, el administrador de la EPA (y miembro y captador de fondos del Environmental Defense Fund) William Ruckelshaus –que jamás asistió a ninguna de las audiencias durante los siete meses que duró el juicio al DDT y que tampoco leyó jamás las transcripciones de las audiencias – desechó la decisión del juez Sweeney. Ruckelshaus declaró que el DDT era un "carcinógeno potencial para el hombre" y lo prohibió para prácticamente todos los usos.[2]
Desde que Ruckelshaus arbitraria y caprichosamente prohibió el DDT, un número estimado de 14.000.000.000 casos de malaria han causado un inmenso sufrimiento y pobreza en el Tercer Mundo.[3]
De estos casos, en su mayor parte evitables, 92.000.000 personas han muerto.[4]
De acuerdo con la Organización Mundial de Salud, 9 de cada 10, unas víctimas del exceso verde, son mujeres embarazadas o niños con edades por debajo de cinco años. Estas víctimas de niños aún no nacidos y de edades menores de cinco años son difícilmente reconciliables con el repetido slogan ecologista de "Por los niños". En realidad, un infanticidio de esta escala no tiene paralelos en la historia de la humanidad.[5]
¿Cómo es posible que esa Gaia pintada como una figura maternal demande un sacrificio anual de aproximadamente 2.430.000 niños, madres embarazadas y los niños aún en su vientre? Esto no es ecología. No es conservación. Es genocidio.
Seamos inequívocos, echar DDT dentro de las casas no presenta ningún riesgo para el hombre o el medio ambiente. La "resistencia" no es un problema porque ésta principalmente toma la forma de provocar un fuerte comportamiento de evasión de los lugares donde se rocía con DDT en los mosquitos, que al fin y al cabo es lo que se pretende. DDT no presenta problemas de patentes que enfaden a los antiglobalización y, por último, el DDT es un método asequible y efectivo para mejorar la salud de las naciones en vías de desarrollo.
Resumiendo, el uso del DDT contra la malaria permite a una población más sanar trabajar, generar riqueza y salir fuera de ese agujero de pobreza donde los "verdes concienciados" aparentemente desean atraparlos. La prohibición del DDT no favorece al medio ambiente: es inhumana. Peor aún, ataca a las sociedades empobrecidas que son las menos capaces de protegerse a sí mismas.

[1] Sweeney, EM. 1972. "Recomendaciones del Examinador de las Audiencias de la EPA, y hallazgos concernientes a las audiencias sobre el DDT", Abril 25, 1972 (40 CFR 164.32, 113 paginas). Resumido en Barrons (Mayo 1, 1972) y Oregonian (Abril 26, 1972)
[2] Ackerly RL. DDT: a re-evaluation, part II. Chemical Times and Trends. (Octubre 1981)
[3] La OMC calcula que existen entre 300 y 500 millones de casos de malaria al año. El reloj usa la media y se pone en marcha el 1 de julio de 1972
[4] Basado en una estimación de 2'7 millones de personas muertas al años de malaria. "The Intolerable Burden of Malaria: A New Look at the Numbers," – suplemento de The American Journal of Tropical Medicine and Hygiene. El suplemento fue publicado por la Multilateral Initiative on Malaria (MIM) con apoyo de organizaciones como NIH, Centers for Disease Control and Prevention, GlaxoSmithKline, Rockefeller Foundation, United Kingdom Medical Research Council, United Nations Foundation, United States Agency for International Development (USAID), Wellcome Trust y la Organización Mundial de la Salud.
[5] Hay que precisar que algunos de estos casos hubieran tenido lugar aún con un uso sin restricciones del DDT. También que, pese a su enorme influencia, la prohibición de los Estados Unidos no acabó con el uso mundial de DDT y que la mortalidad por malaria se fue incrementando progresivamente hasta alcanzar la cifra de 2.700.000 muertes al año. No obstante, seguro como estoy de que una sola muerte sacrificada en el altar de la misantropía ecologista es una muerte de más, he preferido hacer una extrapolación lineal de los números desde el primer día de esta criminal prohibición.

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